Características de un conversador sabio - Matrimonios

 Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio;
se le considera prudente si cierra la boca.


Por supuesto que estos consejos aplican en todas las relaciones y la convivencia diaria. Pero a continuación nos enfocaremos en la relación matrimonial.

Deja terminar las frases

     Es una mala costumbre que muchos aprendimos en casa. Y es perjudicial porque envía un mensaje al inconsciente de nuestro esposo(a): “no te respeto”, “no me interesa lo que tengas que decirme”, “ya sé lo que me vas a decir y no lo acepto”… Creando una barrera entre los dos. Esto propicia una actitud de predisposición, estaríamos haciendo una conversación de espaldas al acuerdo y reconciliación.


 Tiene gestos de atención y aceptación
      
Seriedad atenta, acentuación con la cabeza, monosílabos para que la otra persona continúe. Ej.: “mju”, “sí”, “ajá”… El tono sumamente importante, debe ser siempre abierto, carismático, sincero; para que sea interpretado como: “siga adelante”, “estoy interesado en oír más sin hacer un juicio precipitado”, “tú me importas”...

Pregunta antes afirmar

     Estás son preguntas abiertas a respuestas y no preguntas con carácter de afirmación imponente. Es darle la oportunidad a nuestra pareja que se exprese, se defienda si es necesario y exponga sus argumentos.
    
     Es mejor una pregunta a lanzar un juicio. Y es igual un juicio sobre mi pareja a una pregunta acusadora.

Piensa antes de actuar

Esto lo hemos escuchado un sin número de veces, pero nos cuesta mucho aplicarlo.
Si mi pareja no tiene la actitud correcta para conversar, tengo dos opciones: a) mostrarle mi interés de diálogo, manteniendo mi postura de sabiduría.

En caso que él (ella) se rehúse a ‘bajar los guantes’, debo ser lo más claro y preciso para expresar mi punto de vista en frases cortas y contundentes, sin perder la calma y mi respeto hacia mi esposo(a), aunque él (ella) haga lo contrario.

No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición.
1 Pedro 3:9 | NVI |

No vale la pena alargar mucho una conversación con una actitud incorrecta. Normalmente uno de los dos es más conciliador; sin embargo, si el que está más abierto al diálogo logra disminuir la predisposición del otro se podría desarrollar un diálogo asertivo.

Pero en el caso de que el otro cónyuge insista en la ira o expresiones dañinas, es mejor decir con sabiduría lo puntual y poner punto final en el menor tiempo posible. Para evitar que se desgaste nuestras ganas de dialogar a causa de una ofensa o al ver la actitud grotesca de nuestra pareja.

Y aquí entra la segunda opción: Guardar silencio y esperar. ¿Esperar qué? Que la otra persona entre en razón, que Dios se les revele, que Dios trabaje en ambos. ¿Esperar cómo? En oración, con fe y sencillamente; en silencio.

 El conversador sabio se deshace de: la ansiedad, el orgullo, la falta de perdón... 

Son malos aliados para la conciliación, son los peores consejeros que podemos elegir.
Es mala idea tratar de disimularlos o aparentar que no están ahí. La solución es tomar la
decisión de erradicarlos.

Identifiquémoslos por nuestros frutos (pensamientos y acciones) y contrarrestémoslos con
la palabra, ayuno y oración. Luchemos en su contra, lo peor que podemos hacer es
acostumbrarnos y aceptarlos como anfitriones de nuestro hogar.

Sus afirmaciones y expresiones son guiadas por la fe

Lo que la fe de un esposo(a) no puede lograr, no lo puede lograr nada. Tu fe es la fuente más poderosa. Tu fe no te permitirá dejar de orar. Y tu oración por tu esposo(a) es la forma más profunda de amarlo(a) y honrarlo(a). Si tu fe guía tus pensamientos, también guiará tus palabras. Si piensas todo el tiempo con rabia y resentimiento hacia tu pareja cuando intentes dialogar pasará lo mismo aunque intentes lo contrario.

Oremos:

Padre, gracias por tu inmenso amor por mí y mi esposo(a). Te doy mi alabanza para agradecerte por el hombre (mujer) tan maravilloso(a) que me has regalado. Creo en que un día estaremos juntos adorándote en el cielo y que podremos decir: “hemos peleado la buena batalla de la fe, hemos acabado la carrera y ahora recibimos la corona incorruptible de vida eterna”. Gracias porque Tú peleas a nuestro lado y nada ni nadie nos separará de Ti y tampoco a nosotros.

Te bendecimos: el único anfitrión de tu casa es Cristo, que reine su paz en tu hogar. ¡Aleluya!

Reto:
Qué otros consejos puedes añadir. Busca citas bíblicas para apoyar lo aprendido hoy.


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