se le considera prudente si cierra la boca.
Proverbios 17:28 | NVI
Por supuesto que estos consejos aplican en
todas las relaciones y la convivencia diaria. Pero a continuación nos
enfocaremos en la relación matrimonial.
Deja terminar las frases
Es una mala
costumbre que muchos aprendimos en casa. Y es perjudicial porque envía un
mensaje al inconsciente de nuestro esposo(a): “no te respeto”, “no me interesa
lo que tengas que decirme”, “ya sé lo que me vas a decir y no lo acepto”…
Creando una barrera entre los dos. Esto propicia una actitud de predisposición,
estaríamos haciendo una conversación de espaldas al acuerdo y reconciliación.
Tiene gestos de atención y aceptación
Seriedad atenta, acentuación con la cabeza, monosílabos para que la otra persona continúe. Ej.: “mju”, “sí”, “ajá”… El tono sumamente importante, debe ser siempre abierto, carismático, sincero; para que sea interpretado como: “siga adelante”, “estoy interesado en oír más sin hacer un juicio precipitado”, “tú me importas”...
Pregunta antes afirmar
Estás son preguntas
abiertas a respuestas y no preguntas con carácter de afirmación imponente. Es
darle la oportunidad a nuestra pareja que se exprese, se defienda si es
necesario y exponga sus argumentos.
Es mejor una pregunta a lanzar un juicio. Y
es igual un juicio sobre mi pareja a una pregunta acusadora.
Piensa
antes de actuar
Esto lo hemos escuchado un sin número de veces, pero nos
cuesta mucho aplicarlo.
Si mi pareja no tiene la actitud correcta
para conversar, tengo dos opciones: a) mostrarle mi interés de diálogo,
manteniendo mi postura de sabiduría.
En caso que él (ella) se rehúse a ‘bajar
los guantes’, debo ser lo más claro y preciso para expresar mi punto de vista
en frases cortas y contundentes, sin perder la calma y mi respeto hacia mi
esposo(a), aunque él (ella) haga lo contrario.
No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto;
más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una
bendición.
1 Pedro 3:9 | NVI |
No vale la pena alargar mucho una
conversación con una actitud incorrecta. Normalmente uno de los dos es más
conciliador; sin embargo, si el que está más abierto al diálogo logra disminuir
la predisposición del otro se podría desarrollar un diálogo asertivo.
Pero en el caso de que el otro cónyuge
insista en la ira o expresiones dañinas, es mejor decir con sabiduría lo
puntual y poner punto final en el menor tiempo posible. Para evitar que se
desgaste nuestras ganas de dialogar a causa de una ofensa o al ver la actitud
grotesca de nuestra pareja.
Y aquí
entra la segunda opción: Guardar silencio y esperar. ¿Esperar qué? Que la
otra persona entre en razón, que Dios se les revele, que Dios trabaje en ambos.
¿Esperar cómo? En oración, con fe y sencillamente; en silencio.
El conversador sabio se deshace de: la ansiedad, el orgullo, la falta de perdón...
Son malos aliados
para la conciliación, son los peores consejeros que podemos elegir.
Es mala
idea tratar de disimularlos o aparentar que no están ahí. La solución es tomar la
decisión de erradicarlos.
Identifiquémoslos por nuestros frutos
(pensamientos y acciones) y contrarrestémoslos con
la palabra, ayuno y oración.
Luchemos en su contra, lo peor que podemos hacer es
acostumbrarnos y aceptarlos
como anfitriones de nuestro hogar.
Sus afirmaciones y expresiones son guiadas
por la fe
Lo que la fe de un esposo(a) no puede lograr, no lo puede lograr
nada. Tu fe es la fuente más poderosa. Tu fe no te permitirá dejar de orar. Y
tu oración por tu esposo(a) es la forma más profunda de amarlo(a) y honrarlo(a).
Si tu fe guía tus pensamientos, también guiará tus palabras. Si piensas todo el
tiempo con rabia y resentimiento hacia tu pareja cuando intentes dialogar
pasará lo mismo aunque intentes lo contrario.
Oremos:
Padre, gracias por tu inmenso amor por mí y
mi esposo(a). Te doy mi alabanza para agradecerte por el hombre (mujer) tan
maravilloso(a) que me has regalado. Creo en que un día estaremos juntos
adorándote en el cielo y que podremos decir: “hemos peleado la buena batalla de
la fe, hemos acabado la carrera y ahora recibimos la corona incorruptible de
vida eterna”. Gracias porque Tú peleas a nuestro lado y nada ni nadie nos
separará de Ti y tampoco a nosotros.
Te bendecimos: el único anfitrión de tu casa es Cristo, que reine
su paz en tu hogar. ¡Aleluya!
Reto:
Qué otros consejos puedes añadir. Busca citas
bíblicas para apoyar lo aprendido hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario